Tal vez no estén todos, pero en esta lista figuran algunos de los mejores bares en Bellavista. Desde uno que tiene música en vivo todos los días hasta otros dos con cervezas artesanales.
7 Negronis
Si no has pasado por este bar de calle Mallinkrodt te estás perdiendo un lugar con onda y excelente coctelería de autor, que tiene como puntales siete tipos diferentes de “negroni”, ese trago clásico nacido en Italia a comienzos del siglo XX.
No por nada en 2017 fue elegido por la lista World’s 50 Best Bars como uno de los 100 mejores del mundo y uno de los cinco mejores de Sudamérica.
La carta de ahí es amplia y dan ganas de probar todas las creaciones que aparecen en ella, como el “torito de Pucará” ($ 5.700), un cóctel que lleva pisco peruano, jugo de limón de pica, chicha morada, cilantro, rocoto y jarabe de huacatay.
Sus pizzas y tablas son deliciosas, lo mismo que otros platos que salen de lo común, como la “cochinita pibil” ($ 6.800): tres tortillas con cerdo deshilachado, cebolla morada, ají jalapeño encurtido, guacamole y cilantro.
La Florería
Es de los más nuevos abiertos en el barrio Bellavista, pero ya tiene una fiel fanaticada que llega ahí por sus tragos, pero también por sus shows en vivo, presentes casi todos los días de la semana. Ojo, que ahí han actuado desde Mariel Mariel a Inti Illimani.
Decorado por la arquitecta Natalie Orellana con flores y plantas, paredes de colores, pallets y una barra con mesas altas para sentarse antes o durante los recitales, destaca también por su excelente sistema de sonido para que las bandas suenen de primera.
Para tomar, el clásico “melón con vino” es un must del lugar. Lo sirven en vaso y con trozos de fruta ($ 3.000). También hay “terremoto”, que preparan con pipeño y helado de piña.
Y para comer, cuatro tipos de hamburguesas caseras, como la “gloriosa”, con lechuga, cebolla morada salteada, tomate, tocino y queso ($ 4.000).
Polvo Bar de Vinos
Este es otro de los lugares que vale la pena visitar en Bellavista, a un costado de la plaza Camilo Mori. Baste decir que su chef, Federico Ziegler, acaba de ser premiado por el Círculo de Críticos Gastronómicos como “Chef Revelación”.
Es un lugar especial para los fanáticos del vino, porque cuenta con una selección de más de 100 etiquetas de pequeños productores o que reflejan alguna característica especial de su lugar de origen. Y lo mejor de todo es que se pueden tomar por copa.
¿Uno a destacar? Pregunte por “Huaso de Sauzal” ($ 2.900 por copa, $ 14.900 la botella), un garnacha natural de Renán Cancino, productor del Maule que usa un proceso de vinificación a la antigua, sin tecnología ni químicos.
Para comer, en Polvo sobran las tentaciones, como la “berenjena ahumada” ($ 8.900), que se sirve con crema de ajo negro y pebre de espárragos.
Kunstmann Kneipe
Como avisa su nombre, este es un local especializado en cervezas, donde se pueden probar los 16 tipos que elabora Kunstmann, la conocida marca artesanal de Valdivia. Ojo, que las puedes pedir en formato de degustación para probar varias en vasos pequeños ($ 4.000 cinco de las clásicas y $ 4.400 si pides cinco de las “especiales”).
Si prefieres en botella, no te pierdas la “Doppel Bock” ($ 3.900), negra, densa y con un toque de café y cacao. Ideal para los días más fríos.
Pero ojo, que en el local también venden otras cervezas, como las invitadas D’Olbeck, de Coyhaique, y Guayacán, del Valle de Elqui.
Para comer, lo mejor es acompañarlas con un “crudo”, que lleva 300 gramos de carne, más pepinillo, cebolla morada y mayonesa casera ($ 9.600). Perfecto para compartir entre dos.
Sarita Colonia
Lo de este restaurante y bar es lo que sus dueños han denominado “cocina travesti”, porque mezcla sin complejos distintos tipos de gastronomía, como la chilena y la peruana.
Tiene tres pisos y su decoración es juguetona, kitsch, bien atrevida. Sus platos, novedosos y delicados, como el “ceviche de chochas y erizos” ($ 12.900), que mezcla las chochas, suaves y carnosas, con los erizos, potentes.
En cuanto a cocteles, las creaciones propias de este lugar no dejan a nadie indiferente. Atrévete, por ejemplo, con “la coneja” ($ 6.500), suave y dulce, hecho con pisco peruano, jugo de limón, mango y goma artesanal.
Kross Bar Bellavista
Es el primer bar que abrió esa reputada marca de cervezas de Curacaví, una que hoy cuenta con otros dos locales en Orrego Luco y BordeRío.
Este lugar de calle Dardignac, de dos pisos y terraza en la azotea, es un paraíso cervecero, porque ahí están todas las variedades de Kross (más de una docena) y otras 60 artesanales de todas partes del mundo.
Los schops cuestan desde $ 3.600 y hay varios que no te puedes perder, como la K5 ($ 4.100), una cerveza color rojizo y con notas a avellanas, vainilla y caramelo.
Su carta de comida es más bien casera, con platos ideales para compartir. Las pizzas, por ejemplo, se hacen de masa madre y orujo (cáscara) de cebada. Pruebe una que se llama “Desde Colonia”, con pomodoro, mozzarella, prieta, manzana y cebolla caramelizada ($ 6.900).
Santino
Este bar de calle Loreto tiene un jardín interior que llama la atención, con cocina abierta y mesas compartidas, además de un escenario con música y Djs consagrados y emergentes.
La carta no es tan amplia, pero cumple para disfrutar una noche ahí. Para tomar, cervezas como la Kross Stout ($ 2.500) o cocteles clásicos, como “gin tonic” ($ 5.200), hecho con Hendrick´s tónica, limón y pepino.
Otra opción es el “borgoña Santino” ($ 3.000), que preparan con vino tinto, jugo de frutillas, licor de manzana y syrup de canela.
Para comer, destacan sus opciones a la parrilla, como la “entraña” ($ 10.000), hecha en su punto y acompañada con chips de papas y hojas verdes.
Comments