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Foto del escritorVital Comunicaciones

[LT] Calidad de sueño en Chile: 2 de cada 3 personas reconocen que su dormir empeoró desde la pandemia

Una reciente investigación mostró cómo la capacidad de dormir de los chilenos ha ido disminuyendo, con graves consecuencias. Enlace



Contar ovejas, respirar profundo y cerrar los ojos. Por mucho tiempo esos han sido los consejos más comunes para dormir y recargar baterías para el siguiente día. Al parecer, esto comienza a ser cada vez más difícil. Según un reciente estudio en Chile, las personas tendrían más dificultades para quedarse dormido, sobre todo después de la pandemia. Al parecer, ahora se recurre menos a contar ovejas y más a tomar fármacos. ¿Qué factores estarían influyendo en nuestra calidad del buen dormir?


Es por eso que investigadores de la Clínica Somno, especialista en el diagnóstico y tratamiento de trastornos del sueño, realizaron un estudio sobre la calidad de buen dormir en Chile. A través de una encuesta que a 1.645 personas mayores de 18 años se logró entender cómo está el estado del descanso nocturno en los habitantes de este país.


Uno de los principales resultados concluyó que 2 de cada 3 personas (más del 67,4% de los consultados) confirmaron que la calidad de su sueño empeoró desde el inicio de la pandemia. Por otro lado, el 26% no observó variaciones y sólo un 6,3% asegura que ésta mejoró.


Andrés Silva Ruiz, neurólogo de Clínica Somno, indicó al respecto que la pandemia provocó un súbito y radical cambio en la rutina de las personas. “Muchos vivieron una especie de crisis a la que hubo que adaptarse, sufriendo consecuencias en las esferas emocional, nutricional y en los niveles de cansancio y fatiga, que tienen relación directa con la calidad del sueño”.



El especialista además afirmó que ese pequeño porcentaje que observó un cambio positivo puede tener como factor clave la implementación de medidas como el teletrabajo, que benefició a determinadas personas que debían recorrer largas distancias todos los días para acceder a su lugar de trabajo.


A esto se suma que la Organización Mundial de la Salud alerta que el 40% de la población sufre de insomnio. “Los chilenos, al igual que la mayoría del mundo occidental, están durmiendo menos que nunca, principalmente por culpa de los dispositivos electrónicos y el estrés al que estamos enfrentados. Hay una restricción crónica de sueño y muchos pacientes también se automedican, o sea, el diagnóstico no es positivo”, afirma la Dra. Catalina Torres, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Santa María. De hecho, según la última Encuesta Nacional de Salud, el 63,2% de las personas sobre 15 años había presentado algún trastorno del sueño.


El estudio también abordó el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir. En ese sentido, los resultados mostraron una distribución equitativa: un 34,3% admitió haber aumentado su utilización desde el comienzo de la pandemia, el 33% afirmó que no hubo cambios, mientras que un 32,6% señaló un ligero aumento.


Al respecto, la doctora Evelyn Benavides, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Bupa Santiago, aconseja cuántas horas debemos dormir, según la edad, y los riesgos que se pueden sufrir si no se respetan estos espacios de descanso. “Dormir es de suma importancia, ya que ocurre una serie de procesos biológicos en los cuales el cerebro se repara, se disminuye el riesgo de algunos tipos de cáncer y se producen procesos anti inflamatorios. También ayuda al correcto funcionamiento metabólico, bajando el riesgo de obesidad, colesterol alto y de infartos del corazón y del cerebro”, explica.


Asimismo, el neurólogo del Programa de Medicina del Sueño de Clínica Universidad de los Andes, Alejandro de Marinis, advierte que la falta de sueño agrava otras afecciones “que son una epidemia en nuestros tiempos. Por ejemplo, dormir poco lleva a que aumente la tasa de enfermedades mentales, de accidentes del tránsito, y también aumenta la facilidad de que se produzca una enfermedad de alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas”.


En general, la cantidad de horas que se requieren para dormir están determinadas genéticamente. Hay personas que duermen más horas que otras. “Lo ideal es no ir variando el número de horas de forma sustancial durante los días de la semana. Hay que mantenerlos más o menos estables y que ojalá sean durante la noche, porque durante la noche nuestro funcionamiento del cuerpo es mejor, desde el punto de vista de lo que se realiza durante el sueño”, agrega Benavides.


Según la especialista, la cantidad de horas promedio que las personas deben dormir, según su rango etario, son las siguientes:


  • Niños pequeños: 10 a 12 horas;

  • Niños en etapa escolar: entre 9 y 10 horas;

  • Adolescentes, 9 horas: adultos, entre 7 y 9 horas;

  • Adultos mayores: por lo menos 6 horas.


La Dra. Paola León, neuróloga infantil de Clínica Dávila Vespucio, enfatiza que el sueño es fundamental para el cerebro. Esto, ya que permite aprender, tener buena memoria y un buen desarrollo psicomotor. “Es importante mantener una adecuada higiene del sueño, lo que significa dormirse temprano en un horario establecido, idealmente sin pantallas, evitar las comidas pesadas, tener una habitación cómoda y una cobija adecuada según la temperatura. Eso va a ayudar a que los adolescentes tengan un mejor rendimiento al otro día, sin problemas de irritabilidad, con buena concentración y con ánimo”, comenta.



No obstante, la Dra. Benavides advierte que también existen pequeños grupos de la población que, para funcionar correctamente en el día a día, necesitan otros parámetros de sueño. “Hay personas que requieren menos de seis horas por noche para funcionar correctamente al día siguiente, considerados ‘dormidores cortos’, mientras que también hay quienes necesitan más de 10 horas para reponerse, siendo denominados ‘dormidores largos”. Eso sí, cada uno de estos grupos corresponden a cerca del 2,5% de la población mundial.


Además, explica que los problemas para dormir, que pueden desencadenar en insomnio y otras afecciones, mayoritariamente afecta a mujeres, entre 3 y 4 veces más que a los hombres. Esto, debido al estrógeno y los cambios hormonales. “Muchas veces se asocia con la cercanía a la menopausia, a algunos momentos del ciclo ovulatorio, en general, a los días previos a la menstruación, y también tiene relación con la genética. Hay familias en las cuales las mujeres tienen más insomnio que el resto de la población”, asegura la profesional.


Benavides comparte los principales consejos para retomar una correcta rutina de sueño, especialmente en este período, posterior a las vacaciones de verano y retomando la rutina de marzo:


Mantener horarios estables entre la semana y el fin de semana, evitando recuperar el sueño perdido, porque este no se recupera. Lo mejor es dormir durante la noche y vivir en el día.

Evitar las bebidas energéticas y el café durante la noche o cerca de las horas de dormir.

Evitar las pantallas media hora antes de dormir, ya sean celulares o computadores. Hay personas que son más sensibles a la luz de las pantallas y requieren una o dos horas sin exposición previa a la hora del sueño.


  • Tratar de hacer un proceso de meditación, como por ejemplo el yoga o mindfulness. En simple, actividades que disminuyan la ansiedad durante la noche para mejorar nuestra calidad de sueño.

  • Dividir nuestras comidas, siendo el desayuno y el almuerzo los aportes calóricos más importantes del día. Ir disminuyendo la cantidad de comida de cara a la noche.

  • Tratar de exponernos a la luz del sol por lo menos media hora todos los días, ojalá en la mañana.

  • Hacer actividad física en la mañana, cosa que el cerebro sepa que estamos de día y que también tenga claridad cuando estamos de noche.


En caso de tener problemas de sueño, la neuróloga recomienda consultar con un especialista del área, para así lograr un diagnóstico y tratamiento lo más oportuno posible.



El estudio de Clínica Somno, abordó también cuánto están recurriendo a medicamentos para conciliar el sueño. De aquí, un 35,9% reconoció la ingesta de fármacos para conciliar el sueño desde el inicio de la pandemia, mientras que un 12,2% optó por productos de origen natural y el 52% de los consultados no ha utilizado ningún tipo de medicamento.


Luego de todos estos procesos, casi el 60% de los encuestados admitió no haber experimentado una mejora significativa en su calidad del sueño, mientras que un 33,4% afirmó sentirse igual que antes.

En relación a estos resultados, el doctor Silva Ruiz explicó que “los efectos de la pandemia en la calidad del sueño son una especie de ovillo que hay que desenredar, pues ha pasado mucha agua bajo el puente. Por este motivo, es importante identificar a tiempo los trastornos del sueño para realizar un adecuado análisis y tratamiento. En ese sentido, es relevante observar cómo ha cambiado nuestra alimentación, nuestras relaciones afectivas y el regreso a la normalidad en general, debido a todas las consecuencias que trajo de forma colateral el Covid-19″.

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